Historia

Fundación Santamarca

Carlota de Santamarca

El colegio debe su fundación a Carlota de Santamarca, condesa de Santamarca, duquesa de Nájera, marquesa de Sierra-Bullones, de Montealegre, de Guevara y de Quinta del Marco; condesa de Oñate, de Treviño y de Castro Nuevo. Nuestra Condesa.
El 17 de enero de 1914 fallecía la condesa de Santamarca, viuda del duque de Nájera desde 1910, siendo propietaria de una vasta fortuna y sin hijos a quienes legar sus bienes. Como era muy devota y caritativa decidió la fundación de un colegio-asilo para niños huérfanos y pobres de Madrid y así dar por bien empleados sus cuantiosos bienes.
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CONSTRUCCIÓN DEL ASILO (1921-1928)

El asilo que, según el deseo de la condesa habría de instalarse en el palacio que poseía en la calle de Alcalá. Este edificio fue mandado construir por el duque en 1846, junto al antiguo palacio del Marqués de Alcañices (que se derribó en 1884 para construir el Banco de España). Pero dadas las dificultades de la rehabilitación, los albaceas encargados de llevar a cabo la fundación decidieron construir un  edificio nuevo en las afueras de la ciudad, adquiriendo unas tierras en la zona  de las llamadas “cuarenta fanegas”, con un proyecto para el edificio de Manuel Ortiz de Villajos, prestigioso arquitecto de la época.

Las obras se iniciaron en 1921, pero el gasto excesivo obligó a su paralización.  En 1923, el Banco de España adquiere el palacio de la calle de Alcalá para la ampliación de sus instalaciones y con los beneficios obtenidos en la venta se reanudan las obras del Asilo, que se concluye en 1928.

El edificio de Ortiz de Villajos, autor también del Monasterio de San Antón (de las Maravillas) de la calle Príncipe de Vergara y, junto con su hermano Agustín, de la Capilla de San Andrés de los flamencos, posee algunos elementos del estilo neomudéjar, de moda en la época, especialmente para este tipo de instituciones, aunque su carácter tardío le dota de otros elementos, como los detalles neogóticos de ventanas y pínaculos que rematan las cubiertas.

Distribuido en tres alturas y de planta cuadrada, cuenta con un eje central donde se sitúa la iglesia con el crucero de forma más elevada que los laterales, los cuales se comunican por la crujía de la fachada principal, dejando dos patios interiores.

Entre sus espacios destacan la mencionada iglesia y el salón de actos, completando los equipamientos con un gimnasio, el patio exterior para uso deportivo, la biblioteca o variadas aulas de enseñanza, tecnología o música.

Finalmente, al conjunto se le añaden pequeños edificios anexos al muro que cierra el recinto, fabricados en ladrillo y también en estilo neomudéjar.

Para la gestión del asilo se estableció una junta de patronos formada por el obispo de Madrid-Alcalá, con funciones de presidente, el alcalde de la capital, el vicepresidente de la junta de beneficencia, el presidente de la Audiencia, el párroco del Asilo, que el 18 de junio de 1930 aprobaron el Reglamento de la Fundación del Asilo Santamarca y que desde entonces ha regido su destino.

La Condesa

Única hija que sobrevivió de Bartolomé de Santamarca y Donato y de Rita Donato y Castro, una familia perteneciente a la emergente burguesía madrileña surgida en torno a la Corte de Isabel II. De hecho, su padre ejemplifica al burgués enriquecido como banquero (fue cofundador del Banco de San Carlos) que consiguió el ansiado reconocimiento social cuando fue nombrado conde de Santamarca, primero como título pontificio concedido por Pío IX en 1863 y finalmente convertido en título del Reino por Isabel II en 1864. Apasionado del arte, coleccionista y mecenas, reunió una interesante colección de pintura, tanto antigua como contemporánea, que adornaba los salones de su casa palacio de la calle Alcalá.

A la muerte de su padre, acaecida en 1874, Carlota, como única heredera, recibió el título de condesa de Santamarca por carta de sucesión expedida a su favor por el rey Alfonso XII en 1875.

Fue también duquesa de Nájera, marquesa de Sierra Bullones, de Montealegre, de Guevara y de Quintana del Marco, condesa de Oñate, de Treviño y de Castronuevo, por matrimonio el 12 de mayo de 1870 con Juan de Zabala y Guzmán, pasando el nuevo matrimonio a residir en el palacio familiar de los Santamarca.

Inmediatamente se integró en la vida social de la época, siendo famosas las fiestas, bailes y cotillones que organizaba y consolidando su posición en la Corte “al tomar la almohada” el 25 de abril de 1882. Pero la culminación definitiva de su posición en la Corte le vino en 1896, cuando el matrimonio viajó a Moscú en misión encomendada por la Reina Regente, para representar a España con motivo de las fiestas de coronación del Zar Nicolás II. Así lo reflejó Monte-Cristo en su obra: “La Duquesa de Nájera, esa dama de atractiva belleza, de nombre ilustre y de fortuna inmensa, es la que llevó a Rusia, en las recientes fiestas de la coronación del Czar, la representación de la gallardía española, con su marido el general D. Juan de Zabala y Guzmán, Duque de Nájera y Marqués de Sierra Bullones, honrado por S.M. la Reina Regente con tan elevadísima misión, llevó a Moscú la alta representación de nuestros Reyes.

De cómo el opulento matrimonio cumplió su difícil cometido habló ya con elogio toda la prensa, y únicamente se pudo hallar un punto de comparación a los esplendores desplegados en aquellas fiestas por los Duques de Nájera, en la manera fastuosa con la que el último Duque de Osuna representó a España en la corte de San Petersburgo.

Quienes de tal manera saben usar de sus millones y de su nombre, bien merecen los bienes de la fortuna y el respeto de sus compatriotas”. Esta faceta mundana era pareja a una callada labor de atención a los necesitados, especialmente a los niños huérfanos, ejemplo de ello es el socorro a los cincuenta y siete niños de la localidad de Alhama de Granada que perdieron a sus padres como consecuencia del terremoto que en la noche del 25 de diciembre de 1884 asoló la zona. Tras este hecho, fue nombrada Hija Adoptiva de la mencionada localidad.

Mientras, la condesa y su marido continuaron enriqueciendo la colección de pintura, destacando los encargos a los principales retratistas de la época como José Moreno Carbonero o Ricardo de Madrazo y las adquisiciones que reflejan los personales gustos de Carlota, como es el caso de la pareja de escenas galantes de Dióscoro Teófilo de la Puebla. Tres son los retratos de la condesa que conserva la colección: en el primero, de Antonio Gómez Cros y firmado en 1854, aparece representada a la edad de cinco años; el segundo, de Bernardo López Piquer, es un pastel firmado en 1865, y el tercero, obra de
José Moreno Carbonero, está fechado en 1908 en plena madurez de Carlota. El pintor la representó de cuerpo entero en el interior de uno de los salones de su palacio, este retrato sirve para aproximarse a su fisonomía y a su personalidad destacando su gusto por el lujo y la opulencia.

Afortunadamente, la colección, compuesta de más de doscientas obras, ha llegado prácticamente completa hasta nuestros días constituyendo así un valioso patrimonio artístico, testimonio del coleccionismo de la burguesía madrileña del siglo XIX. La temática es variada y abarca pintura religiosa, bodegones y floreros y obras de género, pero destacan sobre todo, los paisajes románticos con obras de pintores de la talla de Genaro Pérez Villaamil, Vicente Camarón o Antonio Brugada.

Carlota Santamarca enviudó en 1910 y cuatro años más tarde falleció en Madrid tras una prolongada enfermedad.